Tengo un precio
Tad Gonsalves (Nivel: B2.1)
Creo que he tenido una vida larga, aunque no recuerdo el momento exacto de mi nacimiento. Si me miras, dirás con certeza que ya no soy joven. Estoy arrugado y tengo pliegues en ambos lados de mi cuerpo. Tampoco soy muy limpio y ordenado. Pero tengo un valor - un valor que está impreso en mi cuerpo.
He tenido una vida placentera de viajar a muchas partes del mundo y conocer a mucha gente. He vivido principalmente en los bolsillos de la gente, en los cajones, cajas y en las mesas. A veces me han pasado rápidamente de un lugar a otro e intercambiaron de mano en mano. También he estado en lugares donde preferiría no ir. A veces me he quedado durante meses junto a mis hermanos, grandes y pequeños, en un lugar tranquilo y oscuro.
Una vez tuve una experiencia muy agradable de volar en el viento. Yo estaba sentado tranquilamente en el bolsillo delantero de un hombre. De pronto hubo un fuerte viento y antes de que pudiera darme cuenta de que estaba volando. Volaba sobre las casas, jardines, árboles, ríos, puentes y la gente. Fue una experiencia encantadora. Miré el escenario debajo de mí y me sentí sin peso, como me llevaba libremente la brisa. Pero de repente el viento se calmó y me caí al suelo. Todo mi cuerpo me dolía y me quedé al lado de una calle sin moverme, hasta que un chico me recogió y me llevó con él. Durante una semana el tema de conversación en su familia fue qué hacer conmigo. Los padres, los hermanos y las hermanas todos se reunieron alrededor de mí y estaban decidiendo qué hacer conmigo. Todos ellos tenían ideas brillantes de fantasía, pero finalmente terminé en una tienda de juguetes, a cambio de un juguete.
En otra ocasión, me encontré en una cartera de una mujer rica. La cartera estaba dorada con oro y todos sus contenidos olían a un perfume francés. Me sentí muy incómodo estar con las monedas en la cartera que se sentían muy orgullosas de estar en la posesión de la señora rica. La señora fue a una tienda de ropa para comprar un vestido de noche. Después de pasar horas en la selección de su vestido y de la negociación, finalmente se decidió a comprar un vestido de color rojo. Sacó la cartera para pagar 350 euros por el vestido. Por desgracia, habían sólo 340 euros. Pero no podía recordar por donde se había colocado el viejo y sucio billete de 10 euros. Si no me hubiera entregado a una heladería en el camino, habría comprado el vestido maravilloso.
